Un viejo emperador en el lejano oriente había sentenciado a dos de sus peores malhechores a las mazmorras hasta condenarles a pena de muerte. Uno de ellos sabiendo cuánto amaba el emperador a su yegua árabe se ofreció para enseñar al pura sangre a volar en un año con tal de que le perdonase la vida.
El emperador imaginándose como el único emperador sobre la tierra cabalgando sobre las nubes en su caballo árabe estuvo de acuerdo. El otro prisionero miró a su compañero de mazmorra con incredulidad y le dijo: sabes que los caballos no vuelan ¿Qué es lo que te ha llevado a proponer una idea tan loca como esa? sabes sólo estás postponiendo lo inevitable.
Mi percepción de la situación no es la misma, apreciado compañero de mazmorra. De hecho me he otorgado a mi mismo cuatro oportunidades para la libertad.
La primera, sería que el emperador puede morir durante este año ya que es muy mayor en la actualidad y todo cambiaría.
La segunda, podría morir el caballo árabe y todo cambiaría.
La tercera, podría morir yo en el transcurso del tiempo y todo cambiaría.
Y la cuarta y más importante, podría enseñar al caballo a volar,
sólo hace falta que desarrolle sus alas y se obraría el gran cambio.
El arte del poder. Robert Greene
Un abrazo. Mari Cruz
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