Y se quedó asombrado al ver que la morada del rabino consistía, sencillamente, en una habitación atestada de libros. El único mobiliario lo constituían una cama, una mesa y una banqueta.
- Rabino, ¿Dónde están sus muebles? preguntó el turista.
- ¿Dónde están los suyos? replicó el rabino.
- ¿Los míos? respondió sorprendido; pero si yo sólo soy un visitante y estoy aquí de paso, dijo el americano.
- Yo también, dijo el rabino.
Un abrazo. Mari Cruz
2 Comentarios:
Muy bueno. Otra cosa simple de la que se aprende que, como decia un jefe mío, somos agentes de mudanzas. Siempre preparados para cambiar, para movernos, para deslocalizarnos. Nada es para siempre, nada es eterno.
Desnudos llegamos a este mundo y del mismo modo nos vamos, sólo nos llevamos aquellas experiencias vividas que deseémos llevar en el recuerdo de nuestro corazón.
Gracias David.
un abrazo. Mari Cruz
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Temporalmente no me es posible responder vuestros comentarios, mis disculpas.
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Un abrazo :) Mari Cruz