Un buen día de camino a su vieja casa tras terminar la jornada se dió cuenta que tenía una nueva compañera de trayecto, casi tan alta como él, así de este modo día tras día esta recién descubierta compañera le acompañaba y compartía con él juegos chinescos hasta llegar a casa para comer.
Una vez dentro de casa se despedían hasta el día siguiente.
Un buen día le preguntó a su abuelo si él había conocido a una compañera de trayecto en su vida que le acompañara desde el colegio.
El anciano le respondió que por supuesto, que en su infancia había conocido como él una compañera un poco más alta que alta que él con la que compartió juegos y aprendizajes nuevos antes de volver a casa a comer.
A medida que él fue creciendo esta compañera se hizo mucho más grande y aparecía al amanecer antes de marchar a los campos a trabajar, en aquella etapa esta compañera era mucho más grande que él y le acompañaba animosa todo el día, lo que ocurre que en muchas ocasiones le hacía sentir un cierto complejo de inferioridad a su lado ya que era mucho más alta que él y por mucho que intentara superarla no lo conseguía, aún así ella siguió a su lado siempre, mostrándole la parte oculta de su día a día.
Más tarde con el paso de los años el viejo anciano se dió cuenta que aquella compañera iba perdiendo altura y al atardecer cuando volvía a casa por el sendero se iba quedando mucho más pequeña, incluso más si cabe que cuando era niño, aún así le acompañaba día tras día en su agotador regreso a casa, eso sí algo más lenta que tiempo atrás.
El niño entonces le preguntó, y ahora dónde está tu compañera abuelo.
El anciano respondió esta compañera está a mi lado, donde siempre ha estado; cuando fuí adulto mucho más grande que yo, cuando era niño y volvía a casa a comer a mi altura, y ahora en el otoño de mi vida mucho más pequeña.
Depende de de quién fuera yo en ese preciso momento,
y depende de la hora del día en que la observara;
así se mostraba ella,
"mi sombra".
- Cuando somos niños vemos a los demás como iguales al MEDIODÍA.
- Cuando somos adultos vemos a los demás como superiores al AMANECER, porque nos sentimos superiores, deseamos ocupar o proyectar su lugar.
- Cuando somos ancianos vemos a los demás como inferiores al ATARDECER, ya que no esperamos ocupar su lugar y es lo que proyectamos de nosotros en el ocaso de la vida.
Un abrazo. Mari Cruz
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