A pesar de su edad, corría la leyenda de que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario.
Cierta tarde, un guerrero, conocido por su total falta de escrúpulos, apareció allí.
Era famoso por utilizar la técnica de la provocación: esperaba a que su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de una inteligencia privilegiada para reparar en los errores cometidos, contraatacaba con velocidad fulminante.
Todos los estudiantes del samurai se manifestaron en contra de la idea, pero el viejo aceptó el desafío. Juntos se dirigieron a la plaza de la ciudad donde el jóven comenzó a insultar al anciano maestro.
Arrojó algunas piedras en su dirección, le escupió en la cara, le gritó todos los insultos conocidos, ofendiendo incluso a sus antepasados. Durante horas hizo todo loposible para provocarle, pero el viejo permaneció impasible.
- ¿Cómo pudiste, maestro, soportar tanta indignidad? ¿Porqué no usaste tu espada aún sabiendo que podías perder la lucha, en vez de mostrarte cobarde delante de todos nosotros?
El maestro le preguntó:
- Si alguien llega hasta ustedes con un regalo y ustedes no lo aceptan, entonces pueden decirme ustedes qué ocurre con el obsequio entonces; ¿A quién pertenece el obsequio?
- A quién intentó entregarlo, respondió uno de los alumnos.
- Lo mismo vale para la envidia, la rabia, y los insultos, dijo el maestro. Cuando no se aceptan, continúan perteneciendo a quién los llevaba consigo.
"Aplícate el cuento: Relatos de Ecología Emocional"
Jaume Soler y Merçé Conangla (Editorial Amat)
Un abrazo. Mari Cruz
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