domingo, 26 de abril de 2009

Pétalo 77 :) ¿Cuál es tu nombre?

Hace muchos años mi abuela me contó algo que le había ocurrido y que le había permitido aprender mucho acerca de los demás.

Trabajaba ella para una gran empresa realizando la limpieza de diversos despachos y otras zonas comunes cuando le sucedió esto que voy a comentar. Entre los despachos que limpiaba y se encargaba de dejar impolutos estaba el del director general que era un señor extranjero bastante atento, no por ello menos responsable y serio en su trabajo. 

Un buen día mi abuela parece ser que tenía mucho trabajo y andaba apurada, cuando de pronto fue llamada al despacho del director en medio de una reunión, ella acudió veloz a ver qué ocurría ya que quizá hubo habido algún contratiempo durante la reunión con el servicio de café y se precisara limpiar algo con urgencia. 

- Buenas tardes, le dijo el director. 

- Buenas tardes señor Kopft, ¿Qué desea? ¿Qué puedo hacer por usted? le preguntó mi abuela apresurada intentando averigüar dónde estaba el contratiempo. 

- Nada en especial, una simple consulta. Bien, y mirando la resto de directores que estaban sentados alrededor de la gran mesa ovalada les preguntó: ¿Sabe alguno de ustedes el nombre de esta señora?

- Perplejos se quedaron todos, y con cara de susto cómo si el director general se hubiera vuelto loco ninguno de ellos respondió. El silencio cortante traspasó toda la estancia, y nadie acertó a contestar.

A su vez mi abuela se quedó muda sin acertar qué hacer, no entendía nada, sabía que el señor Kopft era un hombre inteligente y algún sentido tendría aquello. 

- Bien señores, pues me gustaría que a partir de hoy sepan el nombre de pila de todas las personas con quiénes trabajan o tienen relación ya que para una persona que le llamen por su nombre de pila es la mejor de las músicas ya que de este modo le prestamos el interés como persona que merece.

Preocupante sería entonces que no conozcan el nombre del portero de su finca, del camarero que les sirve el café a diario en el bar, del analista de finanzas con el que se reunan la semana que viene, de la profesora de sus hijos, de la operadora que les atiende por teléfono al resolverles su problema, de su secretaria, de ese informático que siempre viene a resolverles las incidencias con su ordenador, de ese médico del servicio de urgencia que les visita para solventar sus dolores, ... resumen es necesario que si los demás conocen nuestro nombre nosotros nos ocupemos de conocer el de los demás. 

En este caso, esta señora que lleva trabajando con nosotros más de 18 años, limpiando muchos de los despachos de este edificio, y que ultimamente desde que yo entré en la dirección general hace 8 años, se ocupa en especial de mi despacho y del de todos ustedes; y por lo tanto a la que vemos todos los días en al menos 2 ocasiones, cuando llega y cuando se marcha, lo mínimo sería conocer su nombre.

Ya que ella se ocupa de dejarnos el despacho impoluto cuando estamos de reunión en la sala grande y se ocupa de hacer su trabajo ocasionando las menores molestias posibles, esta señora que deja todo en su sitio como nadie hubiera pasado por el despacho tras hacer brillantemente su trabajo, se merece al menos que conozcamos su nombre. Ya que acude diligente cuando se tiene un contratiempo sin importarle qué hora es para resolverlo incluso después de su hora.

Hace años que me agrada decir a esta señora cuando llega por las tardes a mi despacho: Buenas tardes Antonia, ¿Qué tal como se presenta la tarde hoy? y ella enérgica y vital como suele ser  costumbre en ella me responde. Muy bien D. Klaus, aprovecharé a dejar en orden su despacho mientras utilizan la sala para importunarle lo menos posible. Le dejo el café tal como le gusta en la mesa pequeña con varias pastas,  voy a hacer los despachos del resto de directores, si me necesita que me avise su secretaria por favor. Durante muchos años ha venido siendo así poco más o menos la conversación la conversación diaria. 

Tras aquel día, todos aprendieron algo y desde entonces muchos se ocuparon de no sólo de saludar a los demás si no de tratarlos por su nombre, tal y como se merece toda persona.

Quizá sea momento de recordar este pequeño detalle para que algunas personas que son invisibles a los ojos de los demás fruto del elitismo o clasismo imperante en esta sociedad escasa de valores comiencen a ver a esa persona con nombre, con esencia al igual que ellos. 

Un abrazo. Mari Cruz 

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